El Museo de la Universidad de Alicante (MUA) expondrá del 23 de enero al 29 de marzo de 2002 la muestra Gravedad Cero, de Daniel Canogar (Madrid, 1964), en la que se podrán contemplar las últimas creaciones visuales de este artista experimental, cuya obra se inscribe en la búsqueda de sensaciones mediante el juego de luz e imágenes que se desdoblan en el espacio vacío, cambian de escala y se repiten obsesivamente creando atmósferas barrocas, repletas de presencias intangibles. Gravedad Cero está integrada por Departure (Partida), Pulse of Darkness (Pulso de Oscuridad) y Leap of Faith (Salto de fe).
La obra de Daniel Canogar pone de relieve una serie de cuestiones esenciales para el arte y la sociedad: ¿hasta qué punto son accesibles los nuevos espacios que se están construyendo para los seres humanos del futuro? ¿Qué comportamientos específicos pretenden evocar y qué adaptaciones requerirán? ¿Cómo pueden los artistas explotar creativamente los límites constantemente redefinidos que diferencian los ámbitos conocidos y desconocidos del ser? Canogar trata de dar respuesta a estos enigmas mediante sus instalaciones, donde es destacable el uso poético de la imágenes para evocar en el receptor los grandes temas artísticos como el paso del tiempo o la confusión entre sueño y realidad, mediante imágenes encerradas en la piedra o los brazos de sombra, que parecen desprenderse del espacio en que fueron creados y revivir en distintas dimensiones; figuras que se intuyen en el vacío, un vacío que en otras ocasiones resulta poblado de imágenes: manos, ojos, orejas, narices, brazos, cuyas proyecciones aparecen estiradas como prolongaciones fantasmales de la imagen fotográfica.
El juego escénico de proyección de la imagen fotografiada se repite ideando cambios en el soporte: las sombras, las figuras de luz, surgen de cubos, cajas, pilares, o parecen aplastadas bajo el peso de enormes bloques. Otra llamativa instalación, compuesta por la serie Transfusiones, se compone de hilos de fibra óptica que, como cordones umbilicales, brillan en el espacio, creando insólitas figuras luminosas. La fibra óptica servirá para conectar a esos habitantes de sombra que, distorsionados, flotan alrededor, esperando conseguir un aliento de vida insuflado por los cables lumínicos.
En la serie Palpitaciones centenares de manos se entrelazan en una abigarrada composición, tratando de asir el universo vacío con su tacto inútil. A través de la serie, la escala se va alterando, y las manos cada vez son más pequeñas y numerosas, asemejando constelaciones que demandan ayuda a gritos. La sensación de ahogo, de pesadilla, se va haciendo más intensa a medida que la distancia de cámara se incrementa. En la serie Teratologías la idea se repite, pero en esta ocasión el mundo microscópico se amplia, haciendo visible lo invisible. En Salto de fe, Canogar ha reunido las imágenes de sus amigos para constituir un entorno circular, tejido por los tentáculos de fibra óptica, en el cual se ensaya la percepción de ingravidez, entendida como una celebración, una fiesta en la que los cuerpos flotan en la deriva espacial, sin cargas ni sufrimientos.