IMAGENES PICTORICAS DESDE LA DISCREPANCIA
Por Josep Lluis Peris
Crítico de arte y coordinador general de la exposición
La pintura como finalidad y medio educativo
Una de las principales razones por las cuales ha sido posible esta exposición de pintura es, sin duda alguna, la honesta y profunda preocupación e interés por la educación y por la transmisión y divulgación del conocimiento que siempre han formado parte indisociable de la práctica artística y del discurso multidisciplinar del artista, investigador y maestro del lenguaje pictórico realista, Guillermo Muñoz Vera.
Su propia experiencia a cargo de la Fundación Arte y Autores Contemporáneos [ARAUCO] en Chinchón, en su condición de director y profesor de pintura de estudiantes de Bellas Artes, procedentes de diferentes países y becados por el propio pintor, le permite poder opinar y aportar ideas importantes respecto a la fundamental tarea de la educación y creación de valores en el seno de la actual y trepidante sociedad de la información y del conocimiento, causa y efecto a la vez, del capitalismo neoliberal y global que nos domina con su potencial capacidad de persuasión y al mismo tiempo de destrucción y de alienación colectiva.
En nuestra larga y fecunda conversación iniciada hace más de 25 años [parte de ella publicada a modo de emails cruzados en el catálogo “Realidades Españolas”, Madrid 2007], uno de los temas más frecuentes ha sido y sigue siendo la educación, entre otras razones por mi condición de profesor de Historia y de Lengua y Literatura Catalanas, así como director de un centro público de Enseñanza Secundaria en Valencia. Mi experiencia docente vinculada al alumnado de secundaria y la experiencia de Muñoz Vera como profesor de estudiantes de posgrado nos ha permitido contrastar y verificar las preocupantes lagunas en cuanto a la adquisición de conocimientos significativos, el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías digitales y la falta de sentido crítico de la que tanto adolecen los jóvenes estudiantes en estas dos importantísimas etapas formativas.
Nuestra preocupación compartida por las grandes cuestiones referidas a la educación es la que nos ha llevado a preguntarnos insistentemente por el estado actual de la pedagogía, su función o cometido real dentro del entramado y las prioridades sociales, sus anacronismos sistémicos o su falta de agilidad para reaccionar airosamente frente a los nuevos retos de nuestra actual civilización digitalizada y globalizada. Dicha preocupación nos ha impulsado, igualmente, a conocer y comparar distintos modelos y conceptos de educación que nos han sido heredados, o bien, que no llegamos a heredar, a pesar de haber coincidido en distintos momentos históricos, donde habitaron en un mismo espacio geográfico diferentes pueblos, con sus distintas religiones, estructuras sociopolíticas y modelos culturales.
Convivir con y desde la pluralidad se nos antoja como uno de los principales valores o pilares sobre los que se asienta el principio básico de una correcta idea y práctica de la educación. Educar para entender la otredad y poder aceptarla. Educar para poder descubrir, desde la legítima curiosidad, y desprovistos de prejuicios, la riqueza que nos aporta la mirada de los otros. Educar y no adoctrinar para entender la complejidad del mundo que nos rodea y poder compartirla, educar para poder, incluso, discrepar con la razón de los argumentos confrontados a través del ejercicio sereno y necesario del logos, en definitiva, educar para poder construir y sumar, nunca destruir, excluir o deportar.
El relato historiográfico a través de la pintura
La creatividad y la educación más fecundas siempre han ido parejas a lo largo de la historia, de los periodos de libertad que han permitido el intercambio entre iguales, aunque diferentes y felizmente diferentes, en las formas, las creencias, los idiomas o las costumbres, de modo que los espacios geográficos en los que más se ha concretado en el tiempo la convivencia entre culturas diversas han acabado siendo pioneros en la resolución de problemas tanto tecnológicos, como científicos o de organización social, cuando no en el alumbramiento de nuevas ideas que han incidido decisivamente en el progreso de la humanidad. La creatividad y la educación se retroalimentan en la medida que existe y se comparte el discurso oral y textual, y con ellos la paradoja y la discrepancia, y estos elementos se muestran de manera natural en los contextos donde se da el mestizaje y la interculturalidad, tal y como ha ido ocurriendo a lo largo de los siglos en los cinco continentes.
De ahí que gran parte del discurso visual y de los relatos implícitos en la obra pictórica de esta peculiar exposición de pintura del artista Muñoz Vera se detenga minuciosamente en mostrar momentos únicos y atmósferas detenidas en el tiempo que nos revelan imágenes de detalles de la arquitectura, el paisaje, la cartografía, los instrumentos de observación astronómica, armas o naves atravesando mares interiores y océanos ignotos, relacionados siempre, directa o indirectamente, con hechos históricos que se vinculan a la cultura mediterránea y a su salto hacia las tierras del otro lado del Atlántico, del Sudeste Asiático y el Pacífico.
Junto a estos hechos narrados visualmente, introduce obras que acercan al espectador a armoniosos espacios arquitectónicos, no solo de la cultura mediterránea sino también de las culturas precolombinas, regidos por las leyes de la geometría y las matemáticas. Personajes reales de nuestra historia común, receptores y portadores de conocimiento tecnológico, científico y artístico, también habitan algunos de los cuadros o ventanas a este sugerente y original relato que discurre por este elenco de obras, tramadas con inconfundible maestría técnica, así como con una indiscutible y atrevida, cuando no, incómoda inteligencia puesta al servicio de la recuperación de las verdades o evidencias históricas –tantas veces maquilladas o directamente ignoradas por los relatos impuestos por el poder político- y que el artista e investigador Muñoz Vera nos ha ido desvelando en cada una de sus escenas pictóricas.
Imágenes contextualizadas, momentos o escenas, fragmentos, en suma, de la vida en la historia no contada o mal contada del coraje y la inteligencia o pericia personal y colectiva de personajes reales que abrieron sus mentes y su sensibilidad mediterránea al servicio de la libre curiosidad y al servicio de la construcción de conocimiento. Personajes que, la mayor de las veces, acabaron siendo fruto de la persecución y de la muerte, por, sencillamente, alumbrar ideas nuevas que contradecían o cuestionaban los modelos de educación y conocimiento comúnmente aceptados. Matemáticos, navegantes, ingenieros, astrónomos o teólogos que, sabiendo gestionar la discrepancia, avanzaron en la comprensión del mundo que nos rodea y que, a su vez, tuvieron que enfrentarse a los diferentes poderes establecidos, anclados estos en la rigidez y la ignorancia del dogma y en la intolerancia beligerante contra la discrepancia.
A partir de un mismo lenguaje pictórico, identificado con el neorrealismo contemporáneo y conscientemente vinculado a la tradición pictórica europea [Velázquez, Ribera, Zurbarán y toda la pintura flamenca y holandesa principalmente], Muñoz Vera nos introduce y nos hace partícipes de todo un discurso múltiple y diverso relacionado con el curso de la historia antigua, de la historia medieval, así como con la de la edad moderna y contemporánea, vinculándolas y dejándolas fluir en un mismo plano conceptual, en un mismo acontecer de imágenes, en el cual los materiales, la técnica, los descubrimientos científicos, los personajes y las ideas o creencias acaban formando parte de un único y sugerente relato.
Dicho relato se fragmenta en escenas y poderosas imágenes, y nos lo muestra el pintor de una forma velada, semioculta a los relatos oficiales de cada época referida, pero que, paradójicamente, nos permite renombrar y hacer más visibles algunos de los acontecimientos y descubrimientos acaecidos a lo largo de estos apasionantes periodos de nuestra historia.
Cuando Muñoz Vera nos muestra, por ejemplo, en una escena única, paralizada en el tiempo a través del pincel y la materia pictórica, “Hemisferio Sur Celeste”, el pintor nos sugiere todo un relato real, de un navegante, acompañado del globo terráqueo y de los libros de consulta del que bien pudiera ser el cosmógrafo valenciano Diego Ramírez de Arellano. Este fue uno de los primeros navegantes que se ocupó de las observaciones astronómicas y de cartografiar la Patagonia Austral en la expedición comandada por los hermanos García Nodal, que zarpó de Lisboa en 1618. Diego Ramírez, que llegó a nombrar “Isla de Xàtiva” a la actual Isla Grande de Tierra del Fuego, es recuperado por la pintura del artista para poder destacar la importancia de la ciencia y la astronomía en las expediciones al Nuevo Mundo. Diego Ramírez es uno de los muchos ejemplos de cosmógrafos que han sido decisivos para el progreso de la cartografía y el arte de navegar y que, sin embargo, han estado injustamente ignorados.
Otro guiño que el artista nos ofrece a los habitantes de esta ribera mediterránea occidental que es el País Valenciano, lo ofrece a través del cuadro dedicado al jurista, viajero y escritor de la Valencia islámica del siglo XII “Ibn Yubayr” , oriundo también de Xàtiva y conocido por su rilha, relato escrito sobre viajes, periplos o itinerarios, que de hecho inauguró en su día un género literario derivado del jabar (información, crónica o noticia). Otro jurista valenciano, esta vez, actual, viajero y escritor, Joan Garcés, el que fuera asesor de confianza del presidente chileno Salvador Allende y que acompañó a éste hasta el último momento en los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 1973, también está incluido en los relatos de la discrepancia que nos ofrece el artista, pero no a través de la pintura, sino a través de su conferencia inaugural de la exposición, hecho relevante que engrandece todavía más el discurso plástico y conceptual de esta inaudita muestra pictórica.
Se puede afirmar, por tanto, y a modo de conclusión, que el discurso pictórico del artista e investigador se fusiona con el ejercicio intelectual de indagación de la historia, como testigo presencial, asumiendo la tradición oral y pictórica y aportando información veraz y contrastada. La plasmación en sus cuadros, a la vez que en su página web –aún en construcción- de todos estos hallazgos historiográficos, bien documentados, que aportan nuevas ideas o contradicen las distintas versiones preponderantes en los ámbitos más institucionalizados, resumen elocuentemente la singularidad y excelencia de todo el trabajo ejercido por este infatigable pintor de la tradición y artista, absolutamente contemporáneo. Como lo definía el crítico italiano Vittorio Sgarbi en 2001 a propósito de una exposición en Milán: “moderno nella forma, antico nell'anima”.
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