Lo vacío, vacante o desocupado, son algunas de las ideas que ocupan a Irene Cruz (1987) en su última serie fotográfica Urlaub. Vacation. Retreat and Recover.
Un ansia de vacuidad inunda su obra. La vacuidad de los árboles pelados, la casa deshabitada, el cielo descubierto de un azul frío y tenue, el camino solitario o la noria abandonada. Es una vacuidad necesaria; la de vaciarse para volver a llenarse de uno mismo, para recuperarse. Así hilvana Irene Cruz su reflexión en torno a la idea de vacaciones: “Vacation: from vacare: Be unoccupied.” En la Antigüedad se entendía así también, como un retiro del tumulto de la ciudad para recuperarse, retroceder a un estado primario y, finalmente, reencontrarse con uno mismo. En este sentido la artista retoma el concepto que vertebra su obra, la vuelta a la naturaleza; entendida ésta como sistema que rige el cosmos, del que procedemos y con el que debemos reencontrarnos en un constante fluir, para vaciarnos y revitalizarnos.
Pero es una vacuidad ansiada; que si bien se refleja estéticamente en muchos motivos de la serie, queda como un mero esbozo insinuado. Las verjas impiden el paso al lugar anhelado; aun así, la figura trata de girar con la noria, hunde sus pies en el barro o se eleva con los árboles, en un empeño de transustanciación acorde con su sentido monista del mundo.
El paisaje otoñal y la noria vacía desdoblan la idea de vacaciones que da título a la obra. El antiguo parque de atracciones Spreepark (Berlín), lugar de vacaciones, se toma ahora las suyas, deshabitado y en ruinas, cubierto por la maleza otoñal que resalta su decadencia. La sensación es, a partir de ahí, ambigua y desasosegante, propia del Stimmungslandschaft (Paisaje emocional) del romanticismo alemán que la artista ha captado ya en series anteriores. El título en alemán Urlaub (Vacaciones) hace referencia a ello. Las ruinas góticas de Caspar David Friedrich han sido sustituidas por las de la civilización moderna y su intento por ocupar el tiempo y reestablecer lo lúdico, en un retiro en el que al dar vueltas en la noria sea posible retroceder en el tiempo, hasta reencontrarse con el niño que fue. Ahora el parque está cerrado a los visitantes, es un lugar prohibido, en el que la maleza se ha fundido con los objetos, el retiro no es posible, y sólo el viento hace girar la noria.
Múltiples cavilaciones se entretejen en esta última serie de Irene Cruz aunque, como es común en su obra, culminan en una profunda reflexión sobre la naturaleza, y esta vez además sobre el tiempo y el lugar, o más bien la ausencia de éstos: el vacío. La realización de este proyecto también ha supuesto una suerte de reencuentro para la artista, con la luz que inspiró su primera serie Inner Tales (2011) en Berlín; así como un retroceso a un proyecto que inició en mayo, en la primavera exuberante de esta ciudad y ha recuperado en los últimos días de otoño, pues sólo en éstos, puede captar el tenue azul que inunda sus fotografías.
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