Esta exposición pertenece a una colección de ochenta fotografías del edificio Santo Domingo de Orihuela. Están separadas en varios temas como “Luces”, “Reflejos”, “Ambientes”, “Recorridos”, “Detalles” y “Texturas” siendo estas dos últimas de las que toma el título la exposición.
Las imágenes tienen vocación de análisis y están teñidas por la forma de ver de la profesión de arquitecto. Cada uno de los temas cuenta una serie de características que hacen comprender mejor el edificio y su personalidad. Así por ejemplo “Recorridos” es un conjunto de imágenes que hacen una metáfora de la vida, en donde siempre existe un punto de partida, un origen, y un camino o recorrido para alcanzar un destino, un final. La memoria, la nostalgia e incluso los miedos están llenos de esos caminos, que bien sean largos o simplemente una frontera, nos llevan casi inevitablemente a ese final.
Otros temas como “Ambientes”, intentan trasmitir las sensaciones y emociones que se pueden sentir en un lugar, en un determinado instante; todo un desafío para la comunicación gráfica que asume la misión de contar algo, difícil incluso para las palabras.
Las fotografías de esta exposición, no pretender contar la realidad que nos rodea, no pertenecen a “lo figurativo”, se escapan hacia la abstracción para sacar de nosotros “otras formas de ver”, otras miradas que se quedan ocultas por no detenernos y dejarnos llevar por las sensaciones. Esta forma de ver nos invita a un mundo interior, a un mundo de imaginación que el espectador crea para sí, pero para ello, hace falta detenerse y dejarse llevar ante las sugerencias que nos propone cada una de las imágenes.
Los aspectos histórico-artísticos de todo monumento están suficientemente tratados, estudiados y fotografiados en magníficos libros, sin embargo cuando lo analizamos desde otros puntos de vista, aparece todo un mundo de características y matices como sus texturas, sus luces, sus colores, sus ambientes, incluso sus olores, sus temperaturas y la reverberación de los sonidos, características desapercibidas en la mayoría de casos y de carácter intimista que nos hablan de la verdadera personalidad y naturaleza de lo observado.
La abstracción es la puerta a una forma de ver y sentir con mucha más quietud y madurez, una evolución en la percepción y en el placer de observar una imagen. Es el camino de evolución inevitable para captar el alma de lo observado, un minimalismo visual, una simplificación libre del ruido óptico que enturbia nuestra percepción, nuestros sentidos y nuestras sensaciones.