Introducción
La principal motivación de este taller fue mostrar a los alumnos lo que supuso el movimiento Dadá (1916-1922) en el contexto de la I Guerra Mundial, tratando de hacerles comprender –a través de un ejercicio de inmersión– la mentalidad y la forma de trabajar de un grupo de artistas que provocó un cambio radical en la concepción del arte.
El Área Didáctica diseñó el taller por tres motivos fundamentales: se creaba una dinámica de trabajo muy enriquecedora y divertida, se acercaba a la gente joven a una de las principales manifestaciones artísticas del siglo XX y se potenciaba la concienciación social, no sólo respecto a conflictos del pasado sino también sobre problemas de actualidad.
Metodología
Para introducir a los alumnos en el movimiento Dadá, se llevaba a cabo una conferencia por parte de uno de los miembros del Área Didáctica del museo, convertido en reconocido experto en el arte de las vanguardias históricas del siglo XX. Lo que en principio tenía una apariencia totalmente seria, se iba convirtiendo en todo un cúmulo de contratiempos y situaciones extrañas que provocaban reacciones que iban desde la perplejidad al ataque de risa. Al final de la presentación teórica se informaba al grupo de la farsa a la que habían asistido. La última parte de esta presentación consistía en la enumeración, por parte del grupo, de las cosas por las que hoy en día merecía la pena protestar. Entre los temas más habituales estaban el terrorismo, la contaminación, el hambre, las drogas, el excesivo tráfico en las ciudades o algunas injusticias de su entorno más cercano (instituto, localidad, etc.). Para finalizar, y en señal de protesta, se sustituía el minuto de silencio por 5 segundos de ruido y pataleo.
Una vez conocían la forma de trabajar de los artistas Dadá, los alumnos tenían que realizar sus propias creaciones. A cada uno se le entregaba un sobre, donde se indicaba el nombre de un artista y la ciudad donde estuvo trabajando. Cada alumno tenía que meterse en la piel de un personaje (Marcel Duchamp, Francis Picabia, Kurt Schwitters, Man Ray, etc.), y para ello tenían una pequeña biografía y la actividad que debían desarrollar. Unos hacían trabajos literarios: poesía automática, poemas con lenguaje inventado o textos conjuntos de reacción contra alguna situación injusta; otros, obras plásticas: diseño de trajes y objetos dadá, creación de la portada de la revista o del cartel anunciador de esa sesión del Cabaret Voltaire, intervención sobre obras de arte emblemáticas, caricaturas, piezas a partir del azar, de hallazgos inesperados o asociaciones disparatadas, todo ello dependiendo de las creaciones más características de su personaje.
En el Dadá, las acciones que se desarrollaban (conciertos, veladas literarias, conferencias, combates de boxeo, etc.) eran más importantes que la realización de objetos artísticos. Por esta razón, se pensó concluir el taller con la presentación de los trabajos en un gran espectáculo final donde los jóvenes demostrasen sus dotes como actores, explicando al resto del grupo qué personaje representaban y la actividad que habían desarrollado. Declamaciones, risas, gritos y aplausos se convertían en el magnífico colofón de cada una de las sesiones.
El taller contó con una participación de 545 de alumnos de Educación Secundaria y Bachillerato de toda la provincia de Alicante.